-Katniss -me dice en voz baja-, no tiene sentido seguir fingiendo no saber lo que pretende el otro.
No, supongo que no lo tiene, pero tampoco resulta divertido hablarlo, al menos para nosotros. Los telespectadores del Capitolio estarán pegados a sus pantallas para no perderse ni una triste palabra.
-No sé que trato habrás hecho con Haymitch -añade -, pero deberías saber que también a mí me hizo algunas promesas.
Claro, eso también lo sabía: le dijo a Peeta que me mantendría con vida, para que el no sospechara.
-Así que podemos confirmar que le mentía a alguno de los dos -concluye.
Eso logra captar mi atención. Un trato doble, una promesa doble, y sólo Haymitch sabe cuál es la real. Levanto la cabeza y miro a Peeta a los ojos.
-¿Por qué me lo cuentas ahora?
-Porque no quiero que olvides lo distintas que son nuestras circunstancias. Si mueres y yo vivo, no quedará nada para mí en el Distrito 12. Tú lo eres todo para mí -me dice-. Nunca volvería a ser feliz. -Empiezo a protestar y él me pone un dedo en los labios-. Para ti es diferente. No digo que no sea duro, pero hay otras cosas que harán que tu vida merezca la pena.
En llamas, segundo libro de la trilogía Los juegos del hambre, de Suzanne Collins.
Y en esta parte del libro fue cuando concluí que Peeta Mellark era un héroe.
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