Silenciosas. Me atraviesan cada facción de mi rostro, inundando de dolor mi piel pálida. Cierro los ojos como si cerrara la puerta del cielo. Brotan lentamente y se deslizan justo en el medio del corazón.
Lágrimas.

Un fantasma que se asoma sobre mi hombro, se mete en mi cabeza e infecta cada pensamiento de un gris que se expande hasta tomar toda parte de mi cerebro que encuentre. Lo veo, atrás mío. En el espejo.
Me habla. Me prohíbe, me inhibe, me miente.. ¿me miente?
Y le creo, y lo creo, y lo veo, y me habla, y no se calla. Y lo odio. 

Nadie parece notarlo, nadie parece darse cuenta. No hay palabra que sirva, es pérdida intentar, es pérdida un esfuerzo.

Y lo odio.
Y me odio.

Y los números matan.
Y mi cabeza me mata.
Y el fantasma me mata.
Y yo me mato, lentamente.

En cada espejo él está.

Silenciosas. Él las causa.
Ella.
Yo.