Cuándo abrí los ojos la habitación estaba oscura, miré para mis costados y aún estaban durmiendo. Sin hacer mucho ruido, me recosté sobre mi costado izquierdo, apoyando mis manos debajo de mi cabeza. Estiré un pie, y corrí unos centímetros la cortina blanca que impedía el paso de la luz. Rápidamente los rayos del sol se introdujeron en la habitación llenandola de una cálida y suave armonía. Fue entonces cuando lo recordé:
- Valen, quiero que sepas, que si por alguna razón dejo de quererte, si vuelvo a dejarte por *anónimo*, o por cualquiera, quiero que sepas que me voy a sentir estúpido. Porque vos me hacés feliz, vos Val. Por eso quería que hablaramos, últimamente *anónimo* está volviendo a mi cabeza, y tengo miedo.
En ese momento me dí vuelta, dándole la espalda. Creo que hizo un intento fallido de abrazarme, a lo que respondí con un movimiento fuerte empujandole los brazos (pobre). El silencio fue de 3 minutos, hasta que dijo "eso no va a pasar".
Al otro día pasó
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