There is no place like home, when you've got no place to go.

28/2/14

Guchi

Sé que te quiero y sé que me querés. Y eso casi siempre es suficiente, ¿no? Estamos acostumbrados. Nos peleamos y nos volvemos a arreglar, como hacen todas las personas que se quieren como nosotros. Y mañana todo va a estar bien, ¿no? Y no estamos cerca del final, estamos en el principio de todo. Todos se pelean y nosotros no somos la excepción porque nos queremos y si nos queremos aguantamos.. ¿no?
Pero no puedo evitar buscar ejemplos y cuando busco ejemplos me doy cuenta de que todos los que se pelean tienen una última pelea y todos los que se quieren empiezan a odiarse. Pero nosotros somos distintos, siempre lo supimos, ¿no?. Aunque si fuésemos distintos no nos pelearíamos como nos peleamos y como se pelean los demás y como todas las relaciones se mueren la nuestra también se muere. Pero eso no va a pasarnos porque yo te quiero y vos me querés y somos fuertes y somos diferentes y yo te quiero más que lo que la chica promedio quiere a su novio y vos me querés más de lo que el chico promedio quiere a su novia. Lo sé, no hace falta decirlo, ni demostrarlo, no hace falta que me des ningún indicio de que tengo razón porque sé que tengo razón aunque no sepa por qué lo sé. Aunque también puede ser que no.
 Y te quiero, ¿ya te lo dije? Te quiero y no te quiero perder.
Porque lo nuestro no tiene fin, ¿no?

27/2/14

Una lágrima más va a ser lo último que veas de mí.
Una canción más va a ser lo último que escuches de mí.
Un segundo más para procurar ser un poco más feliz.
Solo un segundo más, para poder decir adiós.

¿Quién nos dijo que el corazón se rompía en un solo momento?
Porque creo que el mío se está agrietando de a poquito.

23/2/14

                En el centro de nuestro ser todos sabemos que un arco iris no es más que diminutas gotas de agua flotando en la atmósfera atravesadas por los rayos del sol, que nosotros nos vamos y no la luna o el sol, que las estrellas son materia concentrada en su centro liberando energía debido a su alta temperatura, que ningún Dios va a solucionarnos nuestros problemas. Que por más hermoso y llamativo que sea el fuego, nos quema al instante en el que lo tocamos, nos lastima. 
                Pero la belleza de la simpleza de estas cosas nos hace intentar creer, por un segundo, que el arco iris es una enorme inmensidad de colores, que la luna se esconde para abrirle paso a su amigo el sol, que las estrellas son brillantes diamantes derramados en una superficie azul intensa e infinita, que hay un Dios que nos va a guiar. Que podemos controlar el fuego.
                Y nos dejamos ilusionarnos, y nos dejamos creer que es todo tan mágico como parece a simple vista, pero nunca dejamos de saber la verdad, solo intentamos esconderla por un tiempo, con el persistente objetivo de alcanzar la felicidad. 
                Porque, ¿qué no daríamos para ser felices?

20/2/14

lo que pasó hoy

Indignada, decido irme. Alejarme de esa clase de monstruo desconocido, de ese ser impulsivo y sin comprensión. Como instinto me voy, como un "no me lastimes más".
Le digo a mi subconsciente: "no seas estúpida, no mires atrás".
Pero cuando uno menos se lo espera, las cosas pasan. Primero escucho los pasos a una velocidad acelerada detrás de mí, una respiración jadeante y alguien gritando mi nombre desde lejos. Siento como se me eriza cada pelo proveniente de mi piel, y como mi sonrisa inconscientemente empieza a dibujarse en mi rostro. Era él, siento su mano en mi hombro, invitandome a girar para verlo a sus ojos, llevándome a un mundo perfecto en el que escucho atentamente con lágrimas en los ojos como el sujeto que ahora tengo en frente pronuncia la palabra "perdón". Y aceleradamente se pega a mi cuerpo, me rodea con sus brazos la cintura, ejerce un poco de presión y pega su cabeza a mi cuello. Siento su pelo rozarme la espalda, siento su calor y su arrepentimiento. Porque la cosa más mínima duele, y porque él lo sabe. Yo sé que lo sabe.
Salgo de mi trance en el punto en el que tuve que frenar abruptamente para dejar pasar a un auto y entonces me doy cuenta.
Él nunca vino a buscarme.

La chica gris

People change, feelings don't

      Mientras la chica gris camina por la Namuncurá hacia su casa, una lluvia torrentosa cubre de espesas gotas la ciudad de Cipolletti. Absorta en sus propios pensamientos, con la lluvia a punto de caerse en el abismo al borde de sus finos cabellos grises, ella jura no haber visto ni siquiera una señal de lo que estaba a punto de pasar.
      Un segundo basta para arrebatar de manera cruel la plenitud de alguien, su vida, su felicidad.
      Las comisuras de su boca se tensan, pensando como pudo haber sido tan ciega, cómo pudo no haberse dado cuenta. La chica tiñó su vida de gris de inmediato en el segundo en que la bala destruyó toda bella imagen de ella misma que alguna vez pudo tener. Entonces, sin necesidad de que ni una palabra atraviese su mente, la chica gris proyecta imágenes a una velocidad altísima en su mente: risas, dedos apuntandola, lágrimas, y esos chicos, ese grupo de chicos que arruinaron su inesperadamente corta vida sin darle siquiera un aviso de lo que le iba a tocar vivir.
      Luego de eso, ella recibe la bala física. No había visto a su atacante, demasiado adentrada en sus recuerdos, comprende por completo la belleza de vivir y se arrepiente lentamente (en su cabeza cada milésima de segundo es una eternidad) de no haberlo adivinado antes. Nunca cierra sus ojos. Lleva sus manos al centro de su estómago, donde la sangre tiñe, no de rojo, si no que de negro, sus delicadas manos blancas. Temblando, se arrodilla en el suelo, mira hacia arriba, y.. lo imposible está ocurriendo, no hay nadie con un arma parado en frente de sus ojos, si no que vuelve a ver esos rostros.. Un último pensamiento antes de morir atraviesa su cabeza: "¿la persona que acaba de disparar fue quién en verdad me arrebató la belleza, o aquel día ese grupo de chicos destruyeron cada esperanza en mí misma?".
      La chica deja de ser gris, muere en la esquina de la calle Santa Fe luego de unos largos minutos de tortuoso dolor.
      Nadie entiende bien qué fue lo que paso, pero hay una cosa que está clara: 
en el cielo tampoco va a querer comer.